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La Reforma Judicial llegó para quedarse. Discutir que el partido en el poder, encarnado en una sola voz —la del Mesías tropical— y quien la heredó en la actual mandataria, “haiga como haiga sido”, logró lo imposible en poco más o menos un año, es decir, hacerse del Poder Judicial —el único que aún no controlaba—, es un hecho. La situación que ahora confrontamos es la incertidumbre: ¿Qué va a suceder en el tiempo venidero? ¿Qué caminos va a emprender el partido en el poder? La meta social de abatir la pobreza, de cerrar la brecha entre una enorme cantidad de mexicanos ubicados en la pobreza y una parte de ellos en la pobreza extrema, sigue estando presente. Y ese toral asunto no se sabe cómo, ni con qué medidas, se va a confrontar. El poder político, en el presente, lo tiene Morena, y casi sin oposición en ese terreno. El poder económico —ese es otro problema— sigue en manos de una oligarquía que controla los grandes capitales, la industria, la banca (en manos de extranjeros...