Pensamientos insólitos, reflexiones esquizofrénicas
— Mis problemas comenzaron el día que, en una rifa, obtuve el premio mayor: un avión 747. Me exigieron que de inmediato me lo llevara a mi casa y el primer asunto a resolver fue que no tenía licencia de manejo.
— Todo mundo —bueno, cuando menos una buena cantidad de fanáticos— en frenética competencia abrumó las redes para obtener un boleto para subsistir a un partido de Copa del Mundo que se va a celebrar el año próximo. ¿Cuál partido? El que sea. ¿Cuánto cuesta? Más que una cirugía plástica a Quasimodo.
— Se jugó la vida por su ignorancia. La nueva policía, la que opera con inteligencia, se enteró del paradero del jefe del cártel más importante porque un humilde ciudadano denunció que en su colonia residencial, donde habita, por las noches no podía conciliar el sueño ya que por horas se desataba un concierto de rugidos de leones, tigres, lagartos, cocodrilos y otras bestias. Dedujeron los policías que la denuncia tenía visos de falsedad porque lagartos y cocodrilos no rugen... pero por las dudas fueron a investigar y así lograron detener al dueño de esa jauría. El detenido se la juró al vecino por chismoso.
— Me tardé más en formular, por escrito y ante notario público, mi deseo de ingresar al Partido Universal de Pendejos que el comité en reprobar mi incorporación formal. Lo informal lo tengo desde que nací. Me rechazaron porque alguna vez expresé la duda de que Cuauhtémoc en realidad no era ciudadano mexicano, cuando mucho mexichilango, porque en su tiempo nuestro país aún no existía. Esa idea demostraba que no era lo suficientemente pendejo para ingresar a las cinco “T”: tarugo, torpe, tránsfuga, timorato y tramposo.
Comentarios
Publicar un comentario