La mafia
Un especialista en el tema de la criminalidad organizada, Jean-Francois Gayraud, conocido como "El G9 de las Mafias en el mundo", distingue en esta expresión de la delincuencia la que constituye la élite, la "casta superior". Es la más peligrosa y dañina para nuestra sociedad y es identificada como la "mafia".
Este investigador afirma que el término "mafia" se utiliza con ligereza y se aplica a organizaciones criminales que no lo son. Por ejemplo, según su criterio, los cárteles mexicanos del Pacífico, del Golfo, de Tijuana, de Juárez, de Culiacán (y también el recién ingresado "Jalisco Nueva Generación"), no son verdaderas mafias. Tampoco se incluyen en esta lista los cárteles colombianos de Medellín y Cali, los cuales se consideran divididos en una veintena de "cartelitos".
Gayraud sostiene que se pueden mencionar nueve "verdaderas" mafias a nivel mundial: la "Cosa Nostra" italiana de Sicilia, Calabria y Campania; la albanesa; la turca; la china (tríadas); la japonesa (yakuza); y la estadounidense de la Cosa Nostra (familias en Estados Unidos y Canadá).
Las mafias, según su perspectiva, comparten tres características fundamentales:
a) Control territorial: La mafia es como un organismo parasitario que vive y se alimenta del Estado. No busca destruir al gobierno o a la sociedad, sino aprovecharse de ellos. El control territorial implica la exclusión de competidores en las actividades criminales a las que se dedican, lo que lleva a buscar el monopolio y, si es necesario, "eliminar" a los rivales.
b) Jerarquía y obediencia: La mafia funciona como un "estado" dentro de otro. No obedece las leyes, autoridades u organizaciones "civiles"; opera a su sombra y establece sus propias reglas y normas. Se trata de un "segundo gobierno" que exige obediencia ciega de sus miembros, quienes son seleccionados generalmente por motivos étnicos, religiosos o de origen.
c) Uso pragmático de la violencia: La mafia emplea la violencia de manera calculada y pragmática para lograr el monopolio en actividades criminales, ya sea para "eliminar" competidores o servir de "ejemplo" a rivales o víctimas. Aunque utiliza la violencia al igual que el Estado, no se sujeta a leyes o normas, mientras que las autoridades, especialmente en regímenes democráticos, están limitadas en el uso de la violencia por la ley.
El autor plantea la cuestión de la confrontación entre el poder territorial de la mafia y el poder público de las autoridades. Para resolver esta situación, la mafia y las organizaciones criminales operan de la siguiente manera:
1. En un inicio, la mafia busca acuerdos con las autoridades para operar en un territorio y tipo de delito determinado (prostitución, drogas, apuestas ilegales, etc.), estableciendo "reglas" para evitar conflictos y mantener estas actividades alejadas de la opinión pública.
2. Con el tiempo, las actividades delictivas de la mafia crecen y acumulan poder económico y capacidad de violencia. Los "acuerdos" con las autoridades evolucionan de tolerancia a colaboración, e incluso participación activa.
3. Las organizaciones criminales, como seres vivos, nacen y se desarrollan. En una tercera etapa, no solo buscan corromper a policías, jueces y personal penitenciario, sino que buscan controlar los cuerpos de seguridad. De esta manera, logran designar jefes y directores, aumentando la impunidad de manera exponencial. Esto ha sido evidente a lo largo de la historia, como en los años veinte del siglo pasado en Chicago, con el famoso Al Capone, quien tenía a policías, jueces y personal de seguridad en su "nómina". Esta situación persiste hasta la fecha.
4. El cuarto paso en esta escala es buscar el control político de las instituciones del Estado. Esto se conoce como un "narcoestado". En esta etapa, las organizaciones criminales apoyan a ciertos candidatos para puestos de elección, desde cargos locales hasta diputados, senadores y gobernadores. Utilizan donaciones económicas, amenazas y violencia física para asegurar que los candidatos respaldados sean elegidos. Aunque los candidatos involucrados niegan cualquier relación con la organización criminal, a veces resulta innegable. Por ejemplo, Pablo Escobar llegó a ser elegido diputado en Colombia.
Te invito a reflexionar sobre si consideras que México se encuentra en alguna de las etapas mencionadas o en varias de ellas. Además, debes sumar a esta reflexión las declaraciones recientes de las autoridades de Estados Unidos, quienes manifestaron que el 35% del territorio de México está controlado por el crimen organizado, y no por el gobierno. Cabe aclarar que nuestro presidente (el que tú ya sabes) desmintió esta afirmación.
Saca tus propias conclusiones.
P.D. Todo parece indicar que los próximos años serán decisivos en el tema de la seguridad pública, pues a lo largo de diferentes administraciones, la situación no muestra indicios de resolverse.
Este investigador afirma que el término "mafia" se utiliza con ligereza y se aplica a organizaciones criminales que no lo son. Por ejemplo, según su criterio, los cárteles mexicanos del Pacífico, del Golfo, de Tijuana, de Juárez, de Culiacán (y también el recién ingresado "Jalisco Nueva Generación"), no son verdaderas mafias. Tampoco se incluyen en esta lista los cárteles colombianos de Medellín y Cali, los cuales se consideran divididos en una veintena de "cartelitos".
Gayraud sostiene que se pueden mencionar nueve "verdaderas" mafias a nivel mundial: la "Cosa Nostra" italiana de Sicilia, Calabria y Campania; la albanesa; la turca; la china (tríadas); la japonesa (yakuza); y la estadounidense de la Cosa Nostra (familias en Estados Unidos y Canadá).
Las mafias, según su perspectiva, comparten tres características fundamentales:
a) Control territorial: La mafia es como un organismo parasitario que vive y se alimenta del Estado. No busca destruir al gobierno o a la sociedad, sino aprovecharse de ellos. El control territorial implica la exclusión de competidores en las actividades criminales a las que se dedican, lo que lleva a buscar el monopolio y, si es necesario, "eliminar" a los rivales.
b) Jerarquía y obediencia: La mafia funciona como un "estado" dentro de otro. No obedece las leyes, autoridades u organizaciones "civiles"; opera a su sombra y establece sus propias reglas y normas. Se trata de un "segundo gobierno" que exige obediencia ciega de sus miembros, quienes son seleccionados generalmente por motivos étnicos, religiosos o de origen.
c) Uso pragmático de la violencia: La mafia emplea la violencia de manera calculada y pragmática para lograr el monopolio en actividades criminales, ya sea para "eliminar" competidores o servir de "ejemplo" a rivales o víctimas. Aunque utiliza la violencia al igual que el Estado, no se sujeta a leyes o normas, mientras que las autoridades, especialmente en regímenes democráticos, están limitadas en el uso de la violencia por la ley.
El autor plantea la cuestión de la confrontación entre el poder territorial de la mafia y el poder público de las autoridades. Para resolver esta situación, la mafia y las organizaciones criminales operan de la siguiente manera:
1. En un inicio, la mafia busca acuerdos con las autoridades para operar en un territorio y tipo de delito determinado (prostitución, drogas, apuestas ilegales, etc.), estableciendo "reglas" para evitar conflictos y mantener estas actividades alejadas de la opinión pública.
2. Con el tiempo, las actividades delictivas de la mafia crecen y acumulan poder económico y capacidad de violencia. Los "acuerdos" con las autoridades evolucionan de tolerancia a colaboración, e incluso participación activa.
3. Las organizaciones criminales, como seres vivos, nacen y se desarrollan. En una tercera etapa, no solo buscan corromper a policías, jueces y personal penitenciario, sino que buscan controlar los cuerpos de seguridad. De esta manera, logran designar jefes y directores, aumentando la impunidad de manera exponencial. Esto ha sido evidente a lo largo de la historia, como en los años veinte del siglo pasado en Chicago, con el famoso Al Capone, quien tenía a policías, jueces y personal de seguridad en su "nómina". Esta situación persiste hasta la fecha.
4. El cuarto paso en esta escala es buscar el control político de las instituciones del Estado. Esto se conoce como un "narcoestado". En esta etapa, las organizaciones criminales apoyan a ciertos candidatos para puestos de elección, desde cargos locales hasta diputados, senadores y gobernadores. Utilizan donaciones económicas, amenazas y violencia física para asegurar que los candidatos respaldados sean elegidos. Aunque los candidatos involucrados niegan cualquier relación con la organización criminal, a veces resulta innegable. Por ejemplo, Pablo Escobar llegó a ser elegido diputado en Colombia.
Te invito a reflexionar sobre si consideras que México se encuentra en alguna de las etapas mencionadas o en varias de ellas. Además, debes sumar a esta reflexión las declaraciones recientes de las autoridades de Estados Unidos, quienes manifestaron que el 35% del territorio de México está controlado por el crimen organizado, y no por el gobierno. Cabe aclarar que nuestro presidente (el que tú ya sabes) desmintió esta afirmación.
Saca tus propias conclusiones.
P.D. Todo parece indicar que los próximos años serán decisivos en el tema de la seguridad pública, pues a lo largo de diferentes administraciones, la situación no muestra indicios de resolverse.
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