"Aspiracionistas"
Mi padre y mi madre lograron estudios de primaria, desde temprana edad tuvieron que emprender las tareas que la vida les impuso. A pesar de que se quedaron en ese nivel académico –como ya lo he comentado en otras ocasiones—, los recuerdo como asiduos lectores. Mi padre logró reunir una buena cantidad de libros de autores reconocidos, y cuando iba de vacaciones al terruño me leía unos siete u ocho. Evoco en este momento dos de J. Rubén Romero, La vida inútil de Pito Pérez y Rosenda. Mi madre me conminaba a llevarme algunos de esos libros porque ya era hora de ir a tomar el tren de regreso, y yo seguía leyendo... A punto estuve de perder un viaje, pero concluí la lectura de Anticipación a la muerte, un regocijante relato escrito con humor.
La prédica de mis padres era que
los hijos lográramos cursar una carrera y así poder alcanzar metas personales y
económicas que ellos no habían obtenido. Insistían: “no hay mejor herencia que
una buena educación”. Todos los hijos lo logramos, y a nuestra vez, heredamos a
nuestros descendientes lo que recibimos. A la fecha, nuestros nietos y nietas
siguen nuestros pasos. Somos pues una familia de “aspiracionistas”.
La historia de mis padres fue difícil en el terreno económico no poseyeron
bienes inmuebles, ni automóvil. Mis hermanos y yo tuvimos que enfrentar muchas
carencias y limitaciones de medios materiales, y nuestras respectivas carreras profesionales
las emprendimos con sólidos estudios de primaria, secundaria y preparatoria,
con hábitos de lectura y principios éticos.
Nuestros hijos ya no tuvieron que
hacer frente a tantas carencias, pero sin duda también tuvieron retos, pues
vivir lejos del hogar siempre acarrea sinsabores, dificultades, pero como decía
la abuela: “El pan ajeno hace al hijo(a) bueno(a)”.
Ahora, los nietos y nietas se
abren a la vida con mejores perspectivas pues ya no sólo piensan en estudios de
licenciatura, sino en arribar a niveles de posgrado, viajar y estudiar en el
extranjero. Lo que han logrado es a base de empeño, talento y dedicación.
Siguen la ruta “aspiracionista”.
No cabe duda de que visto el
camino recorrido del siglo XX hasta el curso del actual, la historia familiar ha
sido de logros, a veces de metas incumplidas, pero no cabe duda que el balance
es satisfactorio, pues la persecución de lograr realizaciones personales, no
necesariamente económicas, se ha venido cumpliendo.
Me preocupa el futuro que aguarda
a mis nietos y nietas. No logro comprender la fobia en contra de las metas
aspiracionistas, la falta de ética en el desempeño de los cargos públicos, el
panorama de un país sumido en la inseguridad pública con una delincuencia
organizada que corroe las entrañas de la sociedad. Sin embargo, confío en que
mis descendientes tendrán las agallas, el talento y las virtudes para lograr
sus metas y a su vez heredar a sus vástagos otros mundos, de mayores
oportunidades. Estoy convenido de que lo harán.
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