La amistad
Para mis amigos lectores
La vida es movimiento, cambio, y aun lo que consideramos eterno varía, a veces en matices, en ocasiones de forma radical como en la frase: “del amor al odio sólo hay un paso”.
Con el paso del tiempo, basta volver la mirada hacia el pasado y podemos reconocer que de aquellos que tuvimos como amigos, en la infancia o en la juventud, ya casi hemos perdido noticia porque los avatares de la existencia fueron marcando rutas para cada uno. Algunos se encuentran en lejanos lares, otros se difuminaron en el recorrido que cada quien fue decidiendo y las más de las veces porque las circunstancias lo marcaron, así que en cierto modo, la amistad, como tantas otras cosas, está sujeta a causalidades o factores que no están en nuestra manos.
La amistad se define, para mí, como lo recuerdo alguna vez cuando hace más de cuarenta años dediqué unas pocas palabras de despedida en sus exequias a un gran amigo, pues el dolor me ahogaba por la emoción de su pérdida: “amigo es el otro en mi propia piel”.
La amistad, como el amor, ha que cultivarlo con las pequeñeces de la vida, aquellas que se muestran con una flor, una palabra, un recuerdo, así se alimentan, pues al fin humanos necesitamos que nos expresen afecto, cariño, reconocimiento, y eso es en efecto las minucias que lo mantienen vivo, y aceptar que aún a la distancia lo conservan.
Cuando escribo, como lo hago ahora, para mis “cuatro lectores”, es pensando que de algún modo brindo amistad, pues compartir es el pan y la sal de la vida.
Para todos, mi ofrenda a nuestra amistad, está en éste y en todos mis mensajes.
“Que Dios te guarde en la palma de su mano”. Con afecto, Octavio.
14 de febrero de 2022.
Comentarios
Publicar un comentario