Más allá de mi mujer ("After life")

El título de este artículo lo lleva una serie de Netflix que se promueve con lenguaje inapropiado, suicidio, violencia sexual y drogas. Me dije para mis adentros “esta serie es de las mías”.

A mi esposa este tipo de series no le agradaba, así que me pregunté: ¿Qué raro? La serie trata de una esposa que videograba mensajes a su esposo, sabedora de que iba a morir, ¿cómo compaginar esos mensajes con la forma de promocionar esa serie?

En realidad, es una sucesión de capítulos que tiene como escenario una pequeña aldea holandesa. Sólo por el espectáculo de su calle principal, de sus típicas casas de dos pisos y de tejados inclinados con una sucesión de pequeños negocios de estas aldeas, vale la pena de ver.

Es una ternura enterarnos que la casa de ancianos de esta aldea, destinada para su retiro, se denomine “Hojas Otoñales”, pues en realidad debieron nombrarla “Copos de nieve”, pues sus habitantes o residentes contaban ya con bastantes ayeres donde vieron pasar los otoños en sus largas vidas.

Así lo revela una simpática, según se vea, anciana que cumple 100 años y recibe a dos periodistas, un reportero y un fotógrafo que acuden a entrevistarla con motivo de su cumpleaños.

La viejecita responde a su entrevistador: “Sí, recibí un telegrama de la reina felicitándome, pero de seguro no fue ella, sino su mayordomo” Afirmación que demuestra que es más lúcida en su centenario aniversario que miles de nuestros compatriotas fanáticos de la 4T.

Después contesta a otra pregunta:” ¿Cómo quiere que me sienta este día? Pues igual que todos los días, esperando morir”.

Cuando le preguntan sobre sus familiares que la visitan, con sequedad señala: “por fortuna, ya todos se murieron”. El entrevistador señala a otros ancianos y ancianas que se encuentran en el salón donde se lleva a cabo el diálogo y que obviamente son compañeros de retiro, sus “amigos”: “Estos no son mis amigos, son todos unos idiotas, responde con presteza, y agrega: “Ayer murió uno de ellos y ya hoy apareció el idiota que lo sustituyó”.

Ante el “éxito” de la entrevista, le piden una pose para la fotografía. La viejecita, como toda mujer femenina, inmediatamente arregla su presencia y cuando el fotógrafo le solicita una sonrisa, ésta, seria como una momia egipcia, levanta su mano derecha y muestra el dedo medio.

Reflexioné: esta serie se hizo para mí. Tiene el humor negro que me fascina.

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