Por sus frutos los conoceréis
Desde la más alta tribuna del gobierno federal se reitera el eslogan de que “no somos lo mismo”, como divisa de origen prístino; se multiplican las ocasiones para probar que “somos de otra clase”, que “nosotros nunca vamos a mentir”, que “nuestro gobierno será transparente” y “rendirá cuentas claras al pueblo sabio”.
Y
con el tiempo suceden hechos, no palabras, no frases, no dichos de políticos
sino verdades, situaciones objetivas, ajenas a la apreciación subjetiva o a
interpretaciones amañadas de organismos, como la exoneración de los casos del
piadoso y honesto Pío, o de Manuel Bartlett, nuevo San Pablo arrepentido de los
pecados de su época del liberalismo y ahora acólito destacado del nuevo Mesías,
que no tuvo empacho de presentar un oficio de una dependencia oficial
falsificando el documento, en su contenido y en su firma, para justificar por
qué se le cayó el sistema… eléctrico. La evidencia de la confesión de su
“honorable conducta”, frente a la audiencia nacional en una reciente mañanera,
resta todo valor a la mentira, y para enmendar la ruta atribuye a la generación
de energía eléctrica por parte de las empresas que la producen por la vía
llamada “de energía limpia”, lo que en sí es una monstruosa contradicción, pues
el Mesías que prometió en campaña acabar con la generación de “energía sucia”,
ahora, en un rasgo de su infinita sabiduría y porque seguramente “tiene otros
datos”, ahora es adalid de lo opuesto y tiene a un experto en asuntos de caída
del sistema a cargo de ese asunto.
Gracias
a estas posverdades, sólo resta como un humilde ciudadano, exclamar: ¡Bendito
país, no te acabes! Si has podido sobrevivir al PRIAN, espero que superes a
estas pandemias: la de salud, la económica y las que vendrán.
Ten
fe amable lector, no hay mal que dure cien años, o mil, cuídate, usa el
cubrebocas, guarda la sana distancia, lávate las manos y socializa desde tu
casa.
Si
tienes otros datos te felicito, ojalá me equivoque, lo que a mi edad no es
difícil.
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