Los amantes
Hace poco tiempo que falleció Jeanne Moreau, a los 89
años, famosa actriz francesa, contemporánea de Brigitte Bardot, Sophia Loren,
Anita Ekberg y Marilyn Monroe, entre otras. Tal vez la menos bella de las
restantes estrellas del mundo cinéfilo, pero a la vez, posiblemente la más
inteligente.

La fama de la película es que presenta escenas
(brevísimas) de desnudos en el acto de la relación carnal (titulados de
“pornográficos”), que en realidad se presentaban con escenas en penumbras, donde
apenas se perciben las figuras desnudas.
Esta cinta se proyectó en la ciudad de San Luis
Potosí, durante la primavera de 1961, en una sala ubicada en el centro de esta
ultra conservadora urbe, a un costado del palacio de Gobierno, en una función
nocturna –la única-, con un lleno total con espectadores de pie porque no
alcanzaron butaca: el 99% de los asistentes éramos varones.
La película, europea, se desarrollaba con una
lentitud que contrastaba con las cintas norteamericanas, donde la acción
predomina sobre la actuación.
En este caso era todo lo contrario: el lenguaje
corporal, los diálogos, las escenas a medios tonos, máxime que se trataba de
una película en blanco y negro, era pura parsimonia cinematográfica, así al
menos parecía sentirlo el público.
Había transcurrido más de una hora y…nada. En ese
momento, en el silencio de la escena y de
la propia sala, se escuchó claramente: “¡Hasta cuando, cácaro!”.
La explosión de risas y la chunga ha que dio
lugar, hizo casi imposible detectar la escena pornográfica estelar.
Concluyó la cinta con la ambigüedad de algunas
películas europeas: no se definió si la protagonista (la Moreau) se quedó con
sandía o con melón o con un chabacano.
Para los espectadores resultó un fiasco, lejos, muy lejos, de un espectáculo
libidinoso magnificado por la propaganda mercantilista.
“Mucho ruido y pocas nueces”
Ninguna lección pornográfica. La vanguardia
francesa de la liberación sexual nos quedó a deber. Vista a una distancia de
más de medio siglo, esa película sería a la fecha calificada con una “B”,
propia para adolescentes de 12 a 15 años, y de seguro, ni con ellos ganaría una
estrella.
De seguro esta opinión me costará acerbas críticas
de los especialistas del “Cine de Arte”, como de seguro lo haría nuestro buen
amigo Max Rivera, pero ¿qué quieren? el cine es un placentero pasatiempo y
definitivamente esta película no tuvo el impacto que unos pocos buscan como
joyas del cine como el Séptimo Arte, al menos así sucedió en San Luis.
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