¿Neanderthal?




Hará unos 77 años, cuando apenas contaba con trece años, cursaba la escuela secundaria y en la clase de historia universal escuché que uno de nuestros primeros ancestros lo fue el “hombre de Neanderthal”, que recibió esa designación porque en el valle de Neander, en Alemania, en una excavación se encontraron restos de un cráneo que poseía una tosca y ruda estructura similar a la de los grandes simios, pero a la vez con características de los que se observan en el hombre moderno.

A raíz de ese hallazgo de la era paleolítica se han venido sucediendo, a lo largo del siglo XX y parte del presente, múltiples descubrimientos de restos fósiles de hombres de la época prehistórica.

Traigo a colación este término “neanderthal” porque acabo de descubrir, lo que refleja lo tardío de mi intelecto para adecuarse a los tiempos presentes, lo que me califica para ingresar a la legión de los “neandertales”. En una novela de Leonardo Padura, el personaje central, Mario Conde, un expolicía cubano convertido por azares de la vida en detective, “descubre” al indagar sobre la desaparición de una jovencita en su natal Habana información que estaba lejos de imaginar en la escala social generacional.

Resulta que la muchacha, objeto de la preocupación de Mario Conde por localizarla, pertenecía a una especie de “clan o tribu” juvenil, los “emos”, lo que obliga a aclarar que son distintos a otros clanes como los rockeros, los frikis, los rastas, los metaleros, los hiphoperos, los mikis, etc.

Los “emos” visten de “obscuro”, con un mechón de pelo azabache untado, cruzando media cara y cubriendo el ojo izquierdo; calzan tenis marca Converse que alcanzan un valor de cien dólares y visten ropa de marca Dolce & Gabbana (o imitación). El “emo” odia a la autoridad, a cualquier tipo: la paterna, la política, la social, la militar, la que sea.

Los “emos” son distintos a los “rockeros” porque éstos sólo hablan de rock; los “rastas”, cómo hacerse trenzas de pelo negro; los “frikis”, cómo vestirse más extravagantes; los “mikis”, por sus teléfonos celulares y marcas de ropa, etc., etc. Los “emos” identifican al “pueblo bueno” como “plebe fanática”, consideran que la fidelidad por obligación sólo conduce al fracaso, etc.

En pocas palabras, filosofía sin distingos de partidos o ideologías, muy lejos, a años luz, de cuando yo era joven y mi preocupación era obtener una licenciatura que permitiera obtener un trabajo mejor remunerado que el que podía aspirar en calidad de obrero o empleado.

La venda cayó de mis ojos. Cada generación es distinta, tiene objetivos diferentes, valores diferentes o que superan a los que eran “faros” para nuestras vidas. En una palabra, cada generación, por efecto de la evolución permanente de los grupos sociales, fija sus metas y es evidente que buscan, sin tolerar imposiciones, falsas promesas o paraísos ilusorios, lo que consideren pertinente para sus vidas y su felicidad.

Gracias.

P.D. Supongo que estoy inscrito en la “tribu” de los “rucos”… si bien me va.


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