Las falacias de la argumentación


En la vida, constantemente nos tratan de convencer mediante argumentos que se apoyan en “verdades”, pero desde la propuesta podemos deducir que en realidad son “falsedades”. Lo que mencionamos es aplicable al terreno familiar, social, político, religioso, económico, educativo, etc.

Un autor peruano publicó un libro sobre la materia pericial en el cual se pronuncia a favor de que los procesos penales se desarrollen en forma oral y se abandone el sistema de procesos por escrito.

Cabe mencionar que en México nuestra Constitución recién adoptó el sistema oral mediante reformas en el 2008 y en el 2014 empezó la vigencia del Código Nacional de Procedimientos Penales que regula, entre otros aspectos, el principio de oralidad.

El especialista peruano argumenta en favor de la oralidad que “no tiene costos en sí mismos, sino en el cumplimiento de las garantías básicas”.

El autor de referencia reconoce que para que se cumpla con la oralidad se requiere: “…una infraestructura mínima que permita la reunión de todos los intervinientes en el proceso: salas de juicio, salas de testigos, oficinas de citadores judiciales, oficinas de la policía judicial. También es recomendable mantener un sistema de grabación”.

Pienso que el especialista se quedó corto en mencionar esos “costos”, pues también se debe tomar en cuenta: contar con fiscales, defensores y jueces capacitados en este sistema; un departamento o dirección de peritos que participen en las etapas de investigación inicial y complementaria, que a la vez cuente con instalaciones dotadas de elementos materiales, de protección de las evidencias materiales (cadenas de custodia), ingenieros en sistemas de informática que atiendan instalaciones de audio y video en salas, etc.

El “costo” ha sido, en México, hasta la fecha, un obstáculo importante para que el sistema procesal oral funcione como se supone que lo debe hacer. Argumentar que lo oral, porque son palabras “al viento”, no cuestan, pero dejar constancia de ello es lo que representa una carga económica, como se ha explicado, o es una falacia o una “tomadura de pelo”.

Otro ejemplo es el que la prensa publicó hace poco y que se refiere a lo siguiente: una dama de cierta edad al conducir un vehículo, en forma accidental dañó el espejo lateral de otro automóvil, cuyo conductor, un varón adulto, se apeó de su automotor y convertido en un energúmeno golpeó el rostro de la mujer, la sacó de su automóvil, la arrojó al piso y la pateó.

La nota de la prensa sobre este asunto menciona: “Por causa del daño a un espejo lateral puede pasar años en la cárcel”. Mueve a risa la nota “periodística”. ¿El causante de posibles años de prisión es el espejo? Evidentemente que el resultado para el agresor es su conducta que produjo lesiones, puso en peligro la vida de la mujer, etc. Desde el punto de vista argumentativo, la deducción mencionada por la prensa es una falacia.

Recientemente uno de mis contertulios de café aseguraba que en las elecciones del pasado 2 de junio se había cometido un mega fraude porque el gobierno había reclutado expertos cubanos en intervenir computadoras que alteraron la votación en favor de la candidata a la presidencia.

Le pedí pruebas de que eso era cierto. Alegó que lo había leído en las “redes”. Puse en tela de duda el mega fraude, aclarando que no había votado por esa candidata, sino por su opositora. Consideré que en cada casilla de las 170,000 aproximadas que se instalaron, los partidos políticos tenían representantes y que, al cerrar las casillas a las 18 horas, se contaban los votos, se levantaba un acta, del acta se entregaba copia de ellas a cada representante de partido y ese representante, obvio, la entregaba o invocaba a su representante municipal, éste al estatal y por último al nacional y éstos podían sumar y cotejar sus actas con los resultados del INE. Un mega fraude con esos y otros candados resultaba punto menos que imposible. Le argumenté: el mega fraude, si se puede hablar de uno, a mi juicio, se cometió meses, años antes, cuando estaba prohibido por ley hacer campañas y la favorita de “todo Palacio” la realizó a lo largo y ancho del país. Pero ese pecado lo siguieron haciendo casi todos los demás partidos. Y ni hablar de los millones de pesos que se gastaron en eso, ni de las mañaneras, ni de que los programas sociales que eran y son en realidad “maquinaria electoral”, porque “amor con amor se paga”.

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