La reforma judicial
Una de mis apreciables lectoras me pidió mis impresiones sobre lo acontecido en el proceso de las pasadas elecciones. Como dice la conseja popular: “al que a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija”, es decir, mi interlocutora ha acudido al más desvalido de los árboles.
Aclarada mi ignorancia en materia política, no me esperaba la enorme distancia de preferencias entre Claudia y Xóchitl. Ignoro las verdaderas causas por las cuales la enorme mayoría se decidió por Claudia o los factores que operaron en contra de Xóchitl. Lo cierto es que con Claudia el país va a acelerar la llamada 4T y, con ello, la concentración de más poder para la presidenta y su partido. ¿Qué rumbo va a marcar su mandato? Lo desconozco. En mi humilde opinión, ya para empezar, claudicó en parte; en efecto el 10 de junio, cuando fue a comer con el mesías a Palacio Nacional, el patriarca puso sobre la mesa un único platillo: sus reformas constitucionales van por delante y en septiembre, antes de que se jubile (¿?)
Entre paréntesis, la reforma judicial propone, de aprobarse, que de inmediato se proceda a elegir sustitutos para todos los jueces y magistrados del país, tanto federales como estatales. (¡Sacrosanto Señor de la Consolación, protege a éstos, tus humildes siervos!)
Estimada lectora, ve haciendo tu “guardadito”. El mío ya lo tengo preparado.
Gracias.
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