No apto para cardiacos


En el mundo del deporte, la frase “no apto para cardiacos”, define lo ocurrido en un encuentro deportivo donde el triunfo, o la derrota, según se ubique quien apuesta por uno de los contendientes, oscila de un lado al otro, y acontece, a veces, lo insólito: quien estaba desahuciado se levanta de la “lona” y obtiene la victoria.

Toda mi vida he sido aficionado a los deportes. De niño y de joven me sabía los nombres de muchos futbolistas de la liga de la “patada”. Por ejemplo, mi equipo, el León, contaba entre sus filas con un goleador que denominaban “El Dumbo López”; también había un defensa que usaba una especie de gorra y que era argentino, Battaglia, de apellido obviamente italiano, o el portero peruano de apellido Arenaza, mejor conocido como la “pantera negra”. Ya después, conocí a otros destacados atletas de este deporte como el Jamaicón Villegas, que por accidente dio nombre al “Síndrome del Jamaicón”, que tiene que ver con la nostalgia que invade al mexicano que por alguna circunstancia se encuentra lejos de su patria, y añora su terruño, su gastronomía y sus canciones, o el “Cinco Copas”, o sea el portero Antonio Carvajal, que asistió a cinco copas del mundo, en un tiempo en que fue el único del mundo en lograr participar tantas veces.

Me sabía reglas, estadísticas, etc., era un “resumidero” de información, al grado de que a los once años llegué a desempeñarme como ampáyer de beisbol. Mi labor más destacada fue cuando mi escuela primaria se enfrentó a un equipo integrado por miembros del Circo Atayde, quien en memorable visita, imagino que por accidente no planeado, llegó a nuestro modesto poblado a presentar su espectáculo cuando ya era un circo de membresía acreditada.

Apostaba mi “domingo” con mi padre en los encuentros de box, como el del “Bombardero Café” Joe Louis, o cuando los odiados yanquis de Nueva York, año tras año derrotaban, para mi indecible dolor, a los peloteros del equipo Dodgers de Brooklyn: los ricos de Manhattan humillaban a los pobres de Brooklyn.

No he sido tan fanático como aquellos que asisten a los juegos y viajan a donde vaya su equipo o su atleta tenga enfrentamientos. Mi afición no llegó a tanto.

Sin embargo, mi esposa se consideraba, al lado de otras amigas, como las “viudas del deporte”, porque los domingos los esposos los dedicábamos a asistir religiosamente a los juegos de futbol, en aquel entonces del Laguna, hoy transformado en Santos Laguna, o bien, en plantarnos ante la tele. Me decía: “si televisan un torneo de juego de canicas, de seguro no te lo pierdes”. Se equivocó, nunca me he enterado de un torneo de ese juego “infantil”.

Volviendo a nuestra actualidad, el sábado 22 de enero, se transmitieron dos juegos de postemporada de futbol americano: Bengalíes de Cincinnati vs Tenneesee. Escogí a los Bengalíes porque el entrenador de Tenneesse, tiene una actitud de “perdonavidas”, como matón del viejo oeste. El otro juego de mis favoritos fue el de Green Bay vs los 49 de San Francisco. Escogí a éstos últimos porque se suponía serían las víctimas.

Mis equipos elegidos estaban destinados a perder. Pero no fue así, a pesar de que Cincinnati tenía 31 años de no ganar, triunfaron 19-16, con un gol de campo al final del juego. Por su parte Green Bay, terminó en primer lugar en la Conferencia Nacional, y los 49 de San Francisco, en el último puesto para llegar a playoffs. Contra pronósticos, en otro final cardiaco de ese sábado, “los 49” ganaron 13-10, con otro gol de campo en el último segundo del juego. Otro final cardiaco.

Al día siguiente, 23 de enero, se desarrollaron otros 2 juegos. Para variar escogí a los equipos que no eran favoritos. El primer juego enfrentó a los Carneros de Los Ángeles, mi equipo, contra los Bucaneros de Tampa Bay, este equipo ganador del último campeonato y dirigido por el destacado jugador Tom Brady, al que detesto porque él y su anterior entrenador, sin necesidad, y contra las reglas “espiaban los entrenamientos” de sus equipos rivales o “desinflaban” balones para tener ventajas ilegales.

En otro cardiaco resultado, cuando todo parecía que Tom Brady, después de ir perdiendo 27-3 empató el juego a 27 puntos, casi de milagro, Los Carneros de los Ángeles patearon un gol de campo con apenas 5 segundos en el reloj, y lo acertaron. Ganaron finalmente con el puntaje de 30-27.

El segundo juego de ese domingo fue el de Kansas City contra Buffalo, en que se enfrentaron dos de los mejores mariscales de campo, Mahomes y Allen, el primero con 26 años de edad y el segundo con 25. El juego, en su mayor parte, fue dominado por Kansas a lo largo del partido, pero faltando aproximadamente dos minutos de juego, el resultado cambió tres veces. Faltando 13 segundos, Kansas perdía el juego; en trepidante y vertiginoso intercambio de anotaciones, Buffalo ganaba por 3 puntos. Kansas necesitaba un gol de campo, no para ganar, para empatar y enviar el juego a tiempo extra, pero para ello tenía que avanzar de la yarda 25 de su campo, a la 30 del campo contrario, o sea, recorrer 45 yardas en sólo 13 segundos. Ese tiempo, segundos, fue de infarto. Mahomes, en dos jugadas increíbles, las recorrió mediante dos pases. Entró el pateador de goles, y faltando tres segundos logró el gol que empataba a 36 puntos por bando y enviaba el juego a tiempos extra. Kansas ganó el “volado” y escogió atacar y en forma rápida consiguió anotar y ganar 42-36. El equipo ofensivo de Buffalo estaba en la banca esperando que su defensiva les diera otra oportunidad. Cuando anotó Kansas quedaron inmóviles, estáticos, en shock, supongo que como todos los que la diosa fortuna nos deparó ese espectáculo, al borde del colapso.



Como reza la nota periodística sobre este juego, “quedará inscrito en los libros de historia”.

En efecto, hace décadas que Franco Harris realizó una increíble jugada dándole a Pittsburgh un campeonato, y llevando a la gloria a la famosa “Cortina de Hierro”.

También hace ya varios ayeres, en el siglo pasado, uno de los mejores mariscales de campo, Joe Montana, en último segundo ganó un campeonato con un inverosímil pase a la zona de anotación conduciendo a los 49 de San Francisco a la victoria.

Creo que el juego del 23 de enero del 2022, entre Kansas y Buffalo será recordado al lado de esas míticas jugadas.

¿Por qué es importante ser aficionado? Porque durante el juego te olvidas de todos los problemas mundiales, de la 4-T, de las vicisitudes personales, de la pandemia, el juego te absorbe a tal grado, que en una hermosa hipérbole afirmamos, este juego resultó “no apto para cardiacos”.


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