La ridícula idea de no volverte a ver
A mi esposa y a mi hijo Alejandro
La expresión que encabeza estas líneas es el título de una novela de una escritora española, Rosa Montero, cuya lectura había postergado para dedicarme a otros, suponiendo que el tema de ésta sería sobre algún tópico romántico que tuviera que ver con el rompimiento de una relación y de cómo no llegar a ese punto.
Puedo decir que me equivoqué redondamente, pues apenas he iniciado y me ha “atrapado” como pocos. Relata la vida de Marie Curie, una de las más extraordinarias mujeres del siglo XX, si bien su nacimiento se remonta a fines del XIX. Sin duda se seguirá hablando de ella a lo largo de los años por venir.
La cuestión es que a partir de su biografía “involuntaria”, Rosa Montero se plantea una cuestión común pero tan difícil de explicar, que se refiere al dolor que provoca la pérdida de un ser querido. Ella dice:
En el origen de la creatividad está el sufrimiento propio y el ajeno. El verdadero dolor es inefable, nos deja sordos y mudos, está más allá de toda descripción y todo consuelo. El verdadero dolor es una ballena demasiado grande para ser arponeada.
El verdadero dolor es indecible. Si puedes hablar de lo que te acongoja estás de suerte: eso significa que no es tan importante. Porque cuando el dolor cae sobre ti sin paliativos, lo primero que te arranca es la #Palabra.
Así sentí el mazazo. Pero el futuro para ella no era halagüeño. Reponerse de la enfermedad en boca de su último especialista, suponía quedar en condición de inválida, lo que de seguro hubiera amargado el resto de sus días
No pude, en su misa de cuerpo presente, expresar lo que sentía y aún a la fecha no lo puedo comunicar. El dolor verdadero, como dice la novelista, te quita la #Palabra, y todavía, después de tres años y meses, ésta no me la han devuelto.
Excelente, gracias por compartir.
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