Deberás tener fe
Mi hermano Miguel y su esposa radican en Querétaro desde hace años y se encuentran felizmente jubilados. Debido a la distancia que nos separa, poco nos frecuentamos. En realidad, nuestra convivencia fraterna sufrió un radical cambio a partir de nuestro traslado a la Ciudad de México para llevar a cabo estudios de ingeniería química para él y de licenciatura en derecho para mí. Aun cuando ambos fuimos a radicar al internado del Pentathlón, nos tocaba dormir en cuadras (dormitorios) diferentes. La sangre es la sangre y el afecto no cambia. En cuanto concluimos nuestros estudios universitarios, el destino nos llevó a ciudades distantes, y así ha sido a lo largo de unos 60 años. Hoy, mi hermano Miguel, mi hermano Ariel y quien esto escribe pertenecemos a la venerable estirpe de la tercera edad y por ello, cada vez que se presenta la ocasión, encamino mi “pata de perro” a visitarlos. Al llegar a Querétaro, encontré a mi fraterno, algo delgado, pero bastante bien. La conversación fluyó. Me ...