85 años
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Nací el 6 de mayo del lejano año de 1935, en la ciudad de Acámbaro, Guanajuato. Mi madre me contó que apenas vislumbré el mundo, mi llanto no paró en días: por lo visto, estaba mucho mejor en su vientre. El alimento, leche materna -o lo que fuera, pues no lo sé- no lo toleraba. Mi madre desesperaba, pues de seguro es un tormento ver a tu primer hijo desfallecer por nutrición, pero eso sí, no paraba de gritar. Los médicos, como suele pasar cuando el problema se les sale de las manos y preparando excusa para un desenlace funesto, le anticiparon a la autora de mis pocos días: “si no logra tolerar alimento, puede morir”, admonición fuera de lugar, pues era obvio que nada bueno se presagiaba. Como estoy aquí y escribiendo para contarlo, sabrán que sobreviví. Supongo que en la angustia apareció una posibilidad: quizá se le ocurrió a mi madre, o por consejo de mi padre, o por solidaridad de la familia o amigos cercanos, se lanzó a la caza de una nodriza que hubiera dado a luz recientement...