Los eslabones de una cadena interminable
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Todos, en realidad todos, somos el resultado de una cadena interminable de los personajes físicos y ficticios que desde la cuna hasta el féretro nos van moldeando, las más de las veces de una forma insensible, y las manos a la manera intencionada. En esa cadena, en mi vida personal, formo parte de un eslabón que deseo compartir. Mi madre fue una mujer inteligente y no porque haya sido la que me trajo al mundo, sino porque dio muestras constantes de su intelecto a lo largo de su vida. Ella siempre me insistía: “hijo, sé acomedido, eso te abrirá muchos corazones y puertas en tu vida”. En efecto, levantar basura que no es tuya; auxiliar a quien batalla para guiar sus pasos; cuidar de dejar tendida y limpia tu habitación, sea la propia, o mejor aún, la ajena que te ha servido de reposo; acercar la silla para alguien que la requiere; recoger tus cubiertos, y si es preciso, los que no lo son una vez concluidos los alimentos; y demás interminables detalles, es la herencia que perdura en m...